LITERATURA |03/07/2023 | Simón Zorraquín

¿Quién es Robin Wood?

Fiel lector de Shakespeare, Faulkner, Joyce y Stevenson, el guionista de historietas paraguayo construyó su carrera desde abajo y a lo lejos. Dejó su miserable trabajo en una fábrica para escribir historietas en la editorial argentina Columba y a los 24 años decidió irse del país a viajar por el mundo;  desde lugares como Hong Kong, Israel o el Líbano, enviaba sus series por correo y llegó a ser reconocido mundialmente. En total, creó más de 95 personajes y 10.000 guiones de historietas





Corre el año 1967. Un joven paraguayo sale apurado de su pensión en Retiro y se dirige a la fábrica de celofán en Martínez, a cumplir con las doce horas diarias de trabajo. Está flaco, ojeroso, se quedó dormido y encima una lluvia torrencial demoró los trenes; el paraguayo se sube al ómnibus sabiendo que está en juego su jornal, que es la comida. Tarde. Cuando llega mojado, cansado y harapiento a la fábrica, el capataz Simón le dice que se vuelva a su casa. El paraguayo no discute, pero sabe que no tiene plata para la vuelta. Entonces camina bajo la lluvia desde Martínez hacia el centro, los pies húmedos, el frío calando. En Barrancas de Belgrano se resguarda bajo el techo de un quiosquito. Medio adormecido, se distrae mirando las revistas colgadas, y la ve: es una revista D’artagnan, donde se lee “Historia para Lagash” por Robin Wood y Lucho Olivera. Empieza a leerla y el quiosquero le dice que eso no es una biblioteca popular y que si va a manosear la revista tiene que comprarla; él se fija en el dorso la dirección de la Editorial Columba: Sarmiento 1889. Camina durante horas hasta llegar al edificio de Columba, a unas cuadras del Congreso, donde toca timbre y espera. La secretaria, Teresita Murray, lo confunde con un ciruja y duda en dejarlo pasar; le pregunta qué quiere, qué está haciendo ahí. “Yo soy Robin Wood”, dice el paraguayo. “¿Quién es Robin Wood?” le pregunta ella.

Ese año Robin Wood había conocido al dibujante Lucho Olivera en la escuela de dibujo, donde hablaron de Sumeria y de los hititas, temas que a nadie más en el país le interesaban, y Lucho le preguntó a Robin si podía escribir un guion porque los que recibía para dibujar en la Editorial Columba eran pésimos. Robin hizo tres guiones y se los dio, pero días más tarde se vio obligado a abandonar dibujo por el trabajo en la fábrica. Y perdió contacto con Lucho por un año entero -no había teléfono, ni mail, ni redes sociales- hasta que esa tarde lluviosa vio sus historietas publicadas en el quiosquito de Barrancas de Belgrano y se presentó en Columba. Hasta entonces, todos habían pensado que Robin Wood era un seudónimo del modesto Lucho Olivera.


Robin Wood (Encarnación, Paraguay, 1944) creó más de noventa personajes y escribió cientos de miles de guiones de historieta. Se hizo famoso con las historias del errante sumerio Nippur de Lagash (con dibujos geniales de Lucho Olivera), el esclavo veneciano Dago, el detective Savarese, la periodista Helena (llevada con éxito a la televisión italiana), el espía Dennis Martin, el mestizo Jackaroe, Pepe Sánchez, Largo Nolan, Mojado, El Cosaco, Gilgamesh, Dax, Martin Hel, Morgan, Aquí la Legión, Los aventureros y muchas más. Hasta utilizó un género que sería famoso cuarenta años más tarde: el sitcom. En la historieta Mí Novia y Yo, con guion de Robin Wood y dibujos de Carlos Vogt, el personaje Tino Olivera (parodia del mismo Robin Wood) le habla a cámara, hace gags, juega con el lunfardo en historias que se desarrollan en la Editorial Palomita (parodia de la Editorial Columba). Predominan la fantasía y la aventura, pero también personajes inspirados en la realidad, como Pepe Sánchez, que era el mozo del bar de la esquina de Columba, flaco, rubio, siempre con el pucho y el diario Crónica y que nunca llevaba a la mesa lo que le pedían.



Después de un año escribiendo en Columba, en 1968 Robin Wood decide dejar el país. Había pasado toda su vida en malas condiciones, “alternando entre la miseria total y la miseria absoluta” y necesitaba irse a conocer el mundo, conocer esos lugares sobre los que había leído. Pero Columba no podía perder a su guionista estrella. Robin les ofrece seguir escribiendo y mandarles los guiones por correo. Claudio y Ramón Columba, los dueños de la editorial, aceptan a duras penas. Era algo que jamás se había hecho antes. Robin se compra una Lettera 22 de Olivetti y un pasaje en barco carguero a Nápoles y se convierte en el primerfreelancer de la historia. Durante cuarenta años, recorrerá toda Europa, tomará el transiberiano a Hong Kong, donde vive seis meses en un junco flotante, tomará el Expreso de Oriente, pasará por Israel, donde casi lo matan en la frontera con el Líbano, por Jerusalén, Europa del Este, Rusia, los países Nórdicos, África, y en cada lugar se enamorará y se despedirá de una mujer o de un amigo, y desde cada lugar mandará sus guiones y pedirá que le manden el sueldo a tal o tal ciudad. Vive por algunos años en Ginebra practicando karate; descubre Marbella viajando con una mujer, donde compra una casa vieja y la refacciona, la llena de vida, pero al cabo de año un día se despierta, le deja las llaves a la mujer y le dice: “Quedate en la casa todo lo que quieras. Yo me voy”. Por eso Robin diría siempre que “la aventura puede ser una mujer muy cruel”. 



¿Quién es Robin Wood? Es ese paraguayo que apenas llegaba a los cien pesos por mes trabajando en la fábrica y que, después de aquella tarde, le ofrecieron doscientos pesos por cada historieta de Nippur y de Dennis Martin que escribiera. Es ese que creció en la selva paraguaya con su madre y su perro donde todos conocían como Tino, por argentino, y aprendió hablando una mezcla de gaélico, escocés e irlandés; ese que medio siglo más tarde terminaría siendo amigo de Umberto Eco, declarado admirador de su escritura y coleccionista fanático de Dago.

¿Quién es Robin Wood? La pregunta se repetía como un eco en las calles argentinas durante las décadas del 70’ y 80’ (y hasta hace pocos años, donde casi nada se sabía del escritor) entre la gente que compraba las revistas D’Artagnan o El Tony o Fantasía o Intervalo (que conjuntas vendían alrededor de dos millones de ejemplares por mes, lo que daría unos doce millones de lectores) en un quiosquito y devoraba con pasión las historietas. De hecho, nadie sabía que las historietas firmadas bajo los nombres de Robert O’Neil, Noel McLeod, Roberto Monti, Carlos Ruiz, Cristina Rudlinger también eran seudónimos de Robin Wood, a quien la Editorial Columba le había pedido que firmara con otros nombres para que no fueran todas las historietas del mismo autor. Dice Robin en Robin Wood: Una vida de aventuras (Editorial El Ateneo, 2021), la biografía autorizada de Diego Accorsi, Julio Neveleff y Leandro Paolini Somers que echa luz sobre la extraordinaria vida del guionista:  



“Nunca tuve rencor contra la vida”, sigue. Sufrió la violencia y la pobreza en su infancia en Caazapá. Y resalta en Robin Wood una capacidad inigualable de crear breves relatos impactantes, muchos basados en hechos históricos, y personajes vivos, emocionantes y verosímiles. Dago, historieta ambientada en el Renacimiento que fue muy famosa especialmente en Italia (con los épicos dibujos de Alberto Salinas y luego de Carlos Gómez) sigue haciéndose hasta el día de hoy con otros guionistas: desde 1983 que Dago nunca dejó de publicarse. El personaje es César Renzi, un noble veneciano a quien le asesinan su familia y es abandonado a morir en los canales con una daga clavada en la espalda. Lo rescata un terrible pirata que lo bautiza Dago y lo esclaviza durante cinco años. Dago pasa por los peores vejámenes hasta que consigue la libertad trabajando en las filas del sultán Solimán, pero ya es en un renegado contra la vida, cínico y desilusionado aunque siempre muy humano. Y a través de este personaje complejísimo Robin nos permite repasar los momentos más destacados de la historia de Europa de todo el Siglo XVI.

Como escritor, Robin Wood posee un manejo tan poético como eficaz del lenguaje. Había leído Shakespeare a los doce años, también Faulkner, Joyce, Stevenson, (es irlandés por el lado de su madre y escocés por el de su abuela) y reivindicaba a escritoras “populares” como la española Corín Tellado. Sirve de ejemplo para su capacidad poética cualquier capítulo de sus historietas; en “Los lobos y las ovejas”, Nippur se encuentra con un campesino muy fuerte que ama las ovejas y odia la violencia. Pero el campesino está enamorado y no puede conseguir a la mujer que ama por las buenas, porque otros la desean. Y Nippur le dice:

Y un poco después:



Y Nippur sigue pensando:



La historia de Robin Wood es la historia de sus personajes, y es inagotable. Obra y vida se funden y se confunden. Robin Wood es Nippur de Lagash. Es el errante, el hombre hecho de encuentros, desencuentros y despedidas, de amores, de viajes y de palabras. Pero también es Dennis Martin, es Dago, es Martin Hel, es El Peregrino.

 

Además de la biografía autorizada, se puede conseguir el excelente libro de Daniel Ferullo, Robin Wood (Ferullo Burke, 2022), que recopila la historia de todos sus personajes con sus dibujos, y todavía circulan revistas usadas de Dago, de Nippur, de Mí Novia y Yo, Savarese, Jackaroe, Ahorcado y más. En algún momento Enrique Piñeiro coqueteó con llevar Nippur a la pantalla grande. Pero no hay nada como abrir la revista vieja, con olor a década ya que no existe, y maravillarse ante la paciencia de los dibujos y de la poesía de las frases. Son historias creadas en un tiempo donde había más tiempo.

“Admiro al hombre que llega hasta el extremo con sus sueños”, decía sin saber que él sería admirado por eso. Siempre en viaje, Robin Wood enviaba los guiones de las historietas a Columba con la estampilla del correo de la ciudad del mundo en la cual se encontrara en ese momento. Jamás vio una de sus historias publicadas; jamás se perdió un solo guion en el camino. Y no sabía, no podía saber, lo que descubriría años más tarde al volver a Buenos Aires de visita, y es que durante esos años todos los que trabajaban en Columba habían estado coleccionado sus estampillas.




Autor


︎Simón Zorraquín

Escritor y poeta. Estudia Letras en la Universidad de Buenos Aires; completó la diplomatura en Guion de Cine por la Escuela Guionarte.